Los siríames son los gobernadores tarahumaras, hombres viejos y sabios con autoridad en la sociedad rarámuri, en la sierra chihuahuense. A ellos les corresponde dirigir los asuntos de la comunidad, ostentando una autoridad moral y política. Son guías y jueces, autorizados por el tradicional respeto a los ancestros de la etnia, de quienes han recibido la sabiduría suficiente para estar al frente de la sociedad tarahumara. "Siríame" significa "quien porta el bastón o la lanza". Éste bastón es el símbolo de la autoridad que les viene de tiempos lejanos, en el origen mismo de su cultura.
Sobre estos bastones usados en las ceremonias, escribe Pedro de Velasco Rivero que "Antes de la llegada de los europeos los indígenas ya utilizaban bastones como símbolo de autoridad o como una especie de presencia de la persona investida de ésta. Varios relatos de los misioneros del noroeste mencionan unas "varas de lanzamiento" que los indígenas de diversos grupos o tribus intercambiaban entre sí para concertar alianzas, en particular alianzas guerreras contra otros indígenas o contra los españoles". (Danzar o morir: religión y resistencia a la dominación en la cultura tarahumar).
El gobierno tarahumara está apoyado en la firme creencia de que las ceremonias ofrecidas a las fuerzas de la naturaleza son determinantes para el equilibrio social; así que los siríames deben ser elegidos de acuerdo con su calidad individual para encabezar los rituales o fiestas mediante las cuales los rarámuris contribuyen al desarrollo social y cósmico.
El siríame está al frente de las ceremonias conocidas como "tesgüinadas", llamadas así porque terminan con la ingestión de la bebida de maíz fermentado conocida como tesgüino. Durante esas ceremonias se realizan cantos y danzas con un alto significado místico-religioso. Aunque también encabezan otras ceremonias y juegos con los cuales se fortalecen los lazos comunitarios.